Naturaleza Viva cuenta con tambo donde producen leche, quesos y yogur, gallinas que dan huevos orgánicos, un sector dedicado a la ganadería para consumo propio y para la venta, se trata de carne de vacas alimentadas a pasto, sin alimentos balanceados. Cultivan girasol, trigo, árboles frutales y una porción importante de huerta donde hay mandioca, tomates y lechugafa, entre otras plantas de hoja. También cultivan amaranto, la planta sagrada de los incas.
“Fue un proceso de prueba y error. Nos equivocamos mucho y también aprendimos”, comenta Irmina. Tras probar qué se podía cultivar en esta tierra, tuvieron el consejo de la gente del INTA, que le decían que se dedicaran al durazno, pero nada de eso resultó. Supieron que la única manera de progresar y de hacer algo genuino era intentar seguir su intuición y hacer su propia historia, y por sobre todas las cosas, oir el mandato de la naturaleza.
La clave fue darse cuenta que era mejor vender alimentos que materia prima, queso en vez de leche o aceite en vez de girasol, el próximo paso fue tejer redes de contactos que aseguran comercialización. Evitaron intermediarios, así fue que hoy son veinte provincias las que reciben alimentos de “Naturaleza Viva”, 10.000 personas consumen lo que 15 familias producen en esta granja.
Las casas de la Granja son hechas con el modelo de permacultura y reciben pasantes de todo el país que vienen a aprender que otro modelo de vida y procucción son posibles. “Es simple. Tierra sana, alimentos sanos, personas sanas. Alimentos industriales, con venenos, es igual a mala salud y necesidad de hospitales”, explica Irmina. “Es necesario volver al modelo campesino. “Acá demostramos que se puede”, concluye. Todos los domingos hacen un asado a la estaca que comparten con todos aquellos que se acercan a la granja. “Para compartir lo que nos brinda la Pachamama”