17 octubre, 2018
Usan desechos de la producción de vino para conservar alimentos
Investigadores del CONICET en Tucumán comprobaron que ciertos compuestos de los residuos de la producción del vino pueden inhibir patógenos que causan intoxicaciones alimentarias e infecciones hospitalarias severas.

Científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en Tucumán constataron que los residuos residuos de la producción del vino, como el orujo, poseen la capacidad de inhibir el metabolismo y la formación de biopelículas de bacterias que son peligrosas para la salud, con lo cual podrían servir para la conservación de alimentos.
“El objetivo es inhibir la resistencia o patogenicidad de estas bacterias con productos de bajo costo que puedan ser usados en alimentación o en salud”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir el doctor Mario Arena, del Instituto de Biotecnología Farmacéutica y Alimentaria (INBIOFAL), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).
Según se describe en la revista “Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine”, los científicos de Tucumán lograron inhibir la formación de biofilms o comunidades de bacterias con una eficacia que en algunos casos alcanzó el 50% para Pseudomonas aeruginosa y hasta el 60% para Staphylococcus aureus. Ambos microorganismos son un dolor de cabeza para muchas industrias alimenticias debido a que, en determinadas condiciones, causan la contaminación de los productos durante la preparación y el procesamiento de los alimentos. También son culpables frecuentes de infecciones hospitalarias
Por otra parte, en algunos casos, el efecto “anti-biofilm” de los residuos resultó incluso superior al que se consigue con antibióticos.
“Los extractos naturales de uva remanente de la elaboración del vino tienen un valor agregado y un potencial biotecnológico que podría ser utilizado como una alternativa natural a los productos químicos para preservar alimentos y como sanitizantes de superficies en la industria”, enfatizó Arena, quien dirige el Laboratorio de Investigación de Valor Agregado de Productos Regionales y Alimentos (LIVAPRA) del INFIOBAL.
El proyecto forma parte de la tesis doctoral de la licenciada en biotecnología Carolina Viola bajo la dirección de Arena y la doctora Elena Cartagena, del INBIOFAL. También participaron del estudio la licenciada Romina Torres-Carro y las doctoras María Inés Isla y María Rosa Alberto.