9 septiembre, 2019
Con aceite de chía elaboran una bebida alternativa a los suplementos dietarios
Una investigadora del Conicet y su equipo obtuvieron aceite de chía nanoemulsionado, es decir, condensado en una gota de tamaño invisible al ojo humano, que se puede agregar a bebidas industriales y jugos de fruta. La chía es uno de los alimentos vegetales más ricos en omega 3.

La chía (Salvia hispanica) es un cultivo relativamente nuevo, que si bien se hizo conocido en la época precolombina, con la conquista española desapareció y recién a principios de los 90 volvió a sembrarse en Latinoamérica, sobre todo en México pero también con gran impulso en Argentina.
“Es como pensar en tomar un suplemento dietario y que se lo pueda consumir en los productos diarios”. Así resume la investigadora del CONICET Ana María Pilosof al proyecto que desarrolló junto a su equipo en el Instituto de Tecnología de Alimentos y Procesos Químicos (ITAPROQ) y quedó seleccionado como finalista de los Premios Arcor a la Innovación: un aceite de chía nanoemulsionado –es decir, condensado en una gota de tamaño invisible al ojo humano- que se puede agregar a bebidas industriales y jugos de fruta.
¿Por qué de chía? Por ser uno de los alimentos vegetales más ricos en omega 3 -importante para el desarrollo del cerebro, sobre todo en bebés y embarazadas, en la prevención de la salud cardiovascular e incluso contra la depresión- y que por eso se ofrece en el mercado como un suplemento nutricional.
Los científicos aseguran que en el 70% de los países del mundo la población no consume la cantidad de omega 3 que se recomienda para la salud y una buena dieta. Entre ellos, está Argentina, toda Latinoamérica, Estados Unidos, Europa.
Hasta ahora no existía algo similar, tan fácil de digerir: el aceite de chía se consume en cápsulas o en semillas. Esta bebida, representa la posibilidad de aumentar la ingesta de omega 3 de una forma más amigable que tomando una cápsula.
“Agregar un aceite en un producto sólido, como un pan, es fácil y no tiene ningún inconveniente, señala Pilosof, pero agregárselo a un líquido, y que además no se separe y sea transparente, es un desafío tecnológico. Agregarlo a un producto lácteo, que sería otro campo interesante de aplicar, sería más simple, porque una leche no es transparente. Lo más difícil tecnológicamente era agregarlo en una bebida, y eso hicimos”.
La solución fue trabajar a escala nanométrica, generando una gota de aceite de chía del tamaño de alrededor de los doscientos nanómetros, es decir, invisible al ojo humano pero no del todo invisible a la luz. “Se nos ocurrió que una nanoemulsión podía tener un rango de aplicación amplio”, dice Pilosof.
Una vez que tuvieron listo el desarrollo de bebida de chía, surgió algo totalmente inesperado: se enteraron de que el Código Alimentario Argentino no reconocía al aceite de chía como un aceite comestible, si bien en Europa y Estados Unidos ya estaba incorporado. En el país solo se autorizaba su ingesta como un suplemento alimenticio -en forma de cápsulas, con venta en dietéticas o farmacias-. El equipo de científicos liderados por Pilosof, entonces, llevó adelante toda una gestión para incorporar al aceite de chía como un aceite comestible en el código alimentario, a fines de 2017, principios de 2018.
Ahora, el objetivo es interesar a alguna empresa de la industria para generar una bebida con la nanoemulsión de aceite de chía que desarrollaron.